Se necesita con urgencia director de sostenibilidad
Artículo de ‘El País’ escrito el 19 de abril de 2021.
El mundo será sostenible o no será. La frase la pronuncia Helena Viñes, asesora de BNP Paribas en París y nueva consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), donde comenzará a trabajar el próximo mes de mayo. Viñes forma parte de una nueva hornada de ejecutivos expertos en sostenibilidad que está pisando fuerte por ese vuelco que está dándose hacia un mundo más respetuoso con el medio ambiente y consciente de la escasez de recursos que se traduce en multitud de nombramientos, creación de comisiones en los consejos de administración y nuevos roles en las organizaciones. Un mundo que hace poco representaba todavía para muchas compañías y organismos la posibilidad de un lavado de cara con sus acciones filantrópicas o mercadotécnicas.
Pero en los últimos dos o tres años la percepción está cambiando, sostiene Mónica Chao, que acaba de estrenarse esta semana como directora de Sostenibilidad de Ikea en España: “Ahora existe una necesidad real de ligar la sostenibilidad con el negocio principal de las compañías”. Y ello ha llevado a que las empresas busquen sin tregua a directivos expertos en sostenibilidad, medio ambiente, cambio climático, economía circular, transición energética…, profesionales que no abundan y que necesitan para abordar el tránsito hacia la nueva economía, explica Krista Walochik, socia de la firma de selección de personal Talengo, que da cuenta del aumento de mandatos para contratar a este tipo de ejecutivos, igual que Antonio Núñez, socio director de Parangon &Partners, que aprecia que la demanda se ha acelerado mucho con la crisis.
Fichar a directores de sostenibilidad, lejos de ser una moda, va a ser una obligación, según Viñes, quien explica que BNP exige a todas las empresas carbointensivas en las que invierte que tengan a una persona o un comité a cargo de estos temas y que al menos uno de los miembros del consejo de administración cuente con experiencia en ellos. La nueva legislación europea, tanto en materia de buen gobierno como de finanzas sostenibles, de las que es experta; la presión de los inversores y de los movimientos sociales, así como una parte genuina de las empresas que se dan cuenta de que es fundamental cuidar el medio ambiente, a la sociedad y su gobierno corporativo para mantenerse en el mercado, están llevando al cambio, añade. Porque la sostenibilidad tiene impacto económico, afirma Mónica Chao: afecta a la cuenta de resultados.
Además, el hecho de que Europa quiera liderar la acción contra el cambio climático mundial y haya condicionado buena parte de los fondos para la recuperación a la transición ecológica es otro acicate para que las firmas españolas se pongan manos a la obra con urgencia. Como ha hecho Atlantic Copper con la creación el pasado marzo de la dirección de Transición Energética y Sostenibilidad y el fichaje de Esther Alonso para liderarla a fin de “alinear la estrategia de la compañía con los compromisos establecidos en el Pacto Verde de la Unión Europea”. La empresa cuenta con un ambicioso proyecto de reciclaje de metales, de economía circular, para el que ha solicitado fondos a Bruselas, y ello requiere un alto nivel de interlocución con las administraciones.
“El cambio de modelo económico se ha acelerado tremendamente y es necesario que las empresas cuenten con directores de sostenibilidad con una visión global para afrontarlo”, aprecia Esther Alonso, convencida de que la economía de usar y tirar llega a su fin y de que los retos medioambientales exigen a las compañías un enorme esfuerzo para seguir siendo competitivas. Ahí el papel de este directivo es clave.
Perfiles
Por todo ello, los perfiles profesionales de los ejecutivos que se demandan hoy no son los mismos que hace cinco o diez años, cuando estos puestos corrían a cargo de especialistas en responsabilidad social corporativa, en comunicación o marketing. Aún se encuentra este bagaje entre los directores nombrados internamente, señala Krista Walochic, pero en las contrataciones externas priman a los profesionales procedentes del mundo de las ciencias o la abogacía con visión estratégica, capacidad de planificación y peso en el comité ejecutivo porque el mayor reto que tiene actualmente la alta dirección es cómo trasladar los criterios sociales, ambientales y de buen gobierno al proceso de negocio, cómo introducirlos en la estrategia al mismo tiempo que se mantiene la rentabilidad, agrega.
Se reclaman especialistas con visión estratégica que puedan aportar al negocio, perfiles más técnicos que antes, apoya Chao, que será la encargada de llevar la estrategia de sostenibilidad de Ikea —que este año invertirá en ella 600 millones de euros en el mundo— a un segundo nivel, tras entrar en el negocio de segunda mano y contar con 3.700 referencias sostenibles que suponen el 32% de las ventas en España.
Las tres directivas especialistas consultadas para este artículo son un ejemplo de ese perfil más ejecutivo. Dos economistas y una ingeniera de minas, todas con varios másteres en su haber, y en el caso de Viñes y Alonso, con experiencia en instituciones europeas. Tienen un bagaje de 20 años en sostenibilidad y al frente del área en distintas organizaciones.
“Las empresas buscan un mínimo de entre 10 y 20 años de experiencia y gente con capacidad de interlocución con sus grupos de interés, pues estos directivos son evangelistas, con capacidad de convencer y arrastrar; de investigar e impulsar la innovación, así como de captar y manejar fondos”, continúa Walochic.
Los sueldos a los que pueden acceder los directores de sostenibilidad oscilan entre 80.000 y 130.000 euros anuales, según Antonio Nuñez, dependiendo del proyecto, el tamaño de la empresa, la importancia del puesto en la compañía, pues solo uno de cada cuatro forman parte del comité de dirección, dice la experta de Talengo; etcétera.
Pero a muchos de estos profesionales les guía más el propósito. El de Helena Viñes en el consejo de administración de la CNMV es “apoyar a la industria a hacer esa transición inevitable y a trazar la sostenibilidad como algo que marque, junto a la digitalización, los dos insumos más valiosos que van a definir su competitividad en el futuro”.
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