Así es un líder ‘cortacabezas’
Artículo publicado en el Diario «Expansión» el 13 de Diciembre de 2017
ORGANIZACIÓN | Los jefes mediocres o recién llegados tienen tendencia a hacer ‘purgas’.
Así como los forajidos de antaño marcaban la culata de su rifle con una muesca por víctima, muchos líderes políticos y empresariales valoran su propia autoridad en función de los colaboradores que fulminen. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que la semana que viene cumple un año desde que jurara el cargo, podría ser uno de ellos. Desde luego, no está mal la lista de cargos públicos descabezados a su paso: James Comey, director del FBI; Sally Yates, fiscal general; Anthony Scaramucci, portavoz de la Casa Blanca (que sólo duró diez días en el cargo al suceder al también dimitido Sean Spicer) y el jefe de gabinete, Reince Priebus. Parece que el secretario de Estado, Rex Tillerson (ex CEO de Exxon Mobil), también está en la cuerda floja, aunque su departamento lo ha desmentido.
Existen varias razones por las que el máximo dirigente de una organización empresarial o política tenga querencia por las purgas internas. “Es una conducta muy habitual en el jefe mediocre, el que opta por cargarse a todo aquel que le haga sombra y que pueda suponer una amenaza”, explica Antonio Núñez, socio de Parangon Partners, firma dedicada al asesoramiento de directivos. “También es algo a lo que recurre el líder que acaba de llegar a un nuevo puesto, y que de alguna manera quiere dejar su impronta y marcar su terreno prescindiendo del equipo directivo anterior”, añade. Un tercer tipo de jefe cortacabezas, más propio del ámbito de la empresa, sería “el que tiene una visión equivocada del mercado y que exige un perfil de directivo que no es el real. Se trata de personas, por ejemplo, que exigen demasiado o que pagan salarios demasiado bajos en relación al trabajo que se demanda”.
Núñez también apunta que las destituciones en la cúpula directiva también pueden producirse cuando el presidente o CEO “quiere hacer un cambio cultural radical del modelo de negocio”. En el mundo empresarial, estas grandes transformaciones se están produciendo principalmente por la disrupción digital, para la que algunos directivos no están preparados. Pero si nos vamos al terreno de la política, es evidente que Trump representa un golpe de timón absoluto en el modo tradicional de hacer política. “Está ejerciendo un liderazgo muy personalista, tiene sus ideas muy claras y no duda en arremeter contra el que se pone por delante”, opina el experto.
Sin duda, Trump transmite la imagen de líder implacable, procedente del agresivo mundo de los negocios, al que no le tiembla la mano a la hora de prescindir de un allegado. Guido Stein, profesor de Dirección de Personas del IESE, cree sin embargo que “desgraciadamente se respeta más el miedo que la condescendencia o la comprensión”. A su juicio, el buen líder “debe conseguir el equilibrio entre infundir respeto, tener un carácter firme, y que al mismo tiempo muestre cercanía, que sepa escuchar”.
Stein opina que, de hecho, Trump “es en realidad un político mucho más cercano o campechano que, por ejemplo, Hillary Clinton”, pero que hacia él se suele partir de una “animadversión inicial” que hace que se le juzgue con mayor dureza. Respecto a la reciente destitución de altos cargos, el profesor del IESE recuerda la posibilidad de que “un líder cambie de opinión a lo largo de su gestión”. “Hay personas a las que habías confiado una determinada misión al llegara a tu puesto que tal vez no responda a las circunstancias de la manera en que habías previsto”.
Sean o no esas las razones de sus destituciones, lo innegable es que, un año después, Trump sigue encarnando, para bien o para mal, “el liderazgo fuerte que muchos ciudadanos americanos demandaban”, asegura Núñez.