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Cómo bajarle los humos al narcisista de la oficina

 8 abril, 2025
Escrito por Antonio Núñez

Artículo de ‘PressReader’ escrito el 8 de abril de 2025.

ESTRATEGIA Saber poner en su sitio a este tipo de empleados puede evitar graves conflictos.

Norma Desmond vive aislada de la realidad. La coprotagonista de El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950) permanece anclada en este largometraje a su pasado glorioso como estrella del cine mudo, incapaz de aceptar que ha sido olvidada. Su autoestima depende enteramente del reconocimiento ajeno: “Yo soy grande. Es el cine el que se ha vuelto pequeño”, dictaminaba el fastuoso personaje interpretado Gloria Swanson.

Es habitual encontrar en cualquier compañía a una Norma Desmond o al compañero que le enseñó a jugar al baloncesto a Pau Gasol. Sí, hablamos del clásico narcisista. Una persona que presenta un rasgo de personalidad caracterizado por una preocupación excesiva hacia sí mismo, una visión inflada de su propia importancia y habilidades y una necesidad constante de admiración.

Para Marga Martí Ripoll, doctora en Filosofía, doctora en Psicología, coach, psicoterapeuta y profesora del departamento de Gestión de Personas y Organización de Esade, “tener a un narcisista en la oficina es como instalarse cerca de un volcán activo”. Por ello, recomienda a los directivos poner especial atención a este tipo de empleados: “Su presencia impone, genera movimiento e irradia energía. No obstante, si no se le contienen sus límites, puede hacer erupción y arrasar con el entorno”. En ese sentido, la experta pone en relieve el reto que tienen los dirigentes para canalizar la fuerza de este perfil de trabajador y, a la vez, proteger a su equipo y evitar “que sus malos humos intoxiquen el clima de trabajo”.

“Un colaborador narcisista tiene la necesidad constante de admiración, tendencia a eclipsar a los demás, resistencia a la crítica y se cree superior al resto. No obstante, el narcisismo no es sólo un ego desmedido. La psicoterapeuta Wendy Behary advierte que detrás de estos perfiles hay una inseguridad profunda, miedo al rechazo y una necesidad compulsiva de validación externa. Eso sí, comprender las carencias emocionales de este tipo de empleados no implica justificar ni aceptar sus conductas”, detalla Martí. Sin embargo, “los directivos pueden conectar con ellos a través de una actuación empática y un control emocional que permite al líder gestionar la situación de manera inteligente, evitando confrontaciones impulsivas”, recomienda.

Por su parte, la doctora Begoña Urien Angulo, profesora de Psicología Social y de las Organizaciones de la Universidad de Navarra, reconoce haber coincidido múltiples veces con este perfil de trabajador tan común en las organizaciones. “En mi experiencia laboral, he tenido jefes y compañeros narcisistas –y yo misma he podido serlo, sobre todo, en mi primera etapa profesional–. En el caso de un jefe, como ya sabías como era, bastaba con darle el reconocimiento que le gustaba. En el caso del compañero, era muy competente y valioso profesionalmente y como persona, pero habitualmente, tendía a apropiarse de las ideas del equipo y empezaba la mayoría de sus frases con un yo”, comenta Urien. Ambos ejemplos, prosigue la experta, describen estilos personales centrados en sí mismos y que anteponen sus necesidades personales a las de los demás. “El problema viene si la persona con la que interaccionan –colaborador, jefe o compañero–, se siente molesta o atacada por estas conductas”.

Lidiar con Narciso

El término narcisismo tiene su origen en Narciso, un personaje de la mitología griega célebre por su extraordinaria belleza y que despreciaba a quienes se enamoraban de él, mostrando una gran frialdad emo. Este tipo de trabajadores necesita admiración constante y tratan de eclipsar a los demás.

Los narcisistas, bien gestionados, pueden aportar emoción y grandes dosis de persuasión.

cional y arrogancia. Seguro que ahora, tras este perfil psicológico propio de una serie policiaca, es capaz de reconocer a dicho individuo en su empresa. Pero, ¿cómo pueden los directivos convertir a este arquetipo en un valor potencial de su liderazgo? Para Martí Ripoll la clave radica en tres movimientos estratégicos:

Establecer límites claros con comunicación inteligente. “El narcisista buscará salirse con la suya, por lo que es esencial definir roles y reglas desde el principio. Por ejemplo, controlar el tiempo de intervención en reuniones y mantener el enfoque en los objetivos. Evite confrontaciones emocionales y mantenga las discusiones centradas en hechos y soluciones. La clave está en ser constante: si un límite se negocia, dejará de ser un límite”, aconseja la experta.

Encauzar su ambición reforzando el trabajo en equipo. “Un narcisista puede ser productivo si se le asignan proyectos donde pueda destacar, pero dejando claro que el éxito es del grupo. Por ejemplo, en una presentación importante, el equipo se encarga de la preparación y el narcisista de la exposición”, sugiere Martí Ripoll a los directivos.

Proteger la autoestima del grupo. “El narcisista tiende a menospreciar a los demás para obtener reconocimiento. El directivo debe asegurarse de que todos los logros del equipo sean reconocidos públicamente. Y si llega el punto en que esta personalidad daña el clima laboral o bloquea el rendimiento del equipo, es momento de tomar decisiones más firmes. Tolerar un volcán desbordado no es prudencia, es negligencia”, concluye la profesora de Esade.

Además, puntualiza Antonio Núñez, senior partner de Parangon Partners, “un líder inteligente sabe que hasta los rasgos más complejos pueden ser canalizados de forma positiva. Los narcisistas, bien gestionados, pueden aportar ambición, competitividad y una gran capacidad de persuasión. Si se les asignan retos en los que puedan destacar sin perjudicar al equipo, su energía se convierte en un activo en lugar de una fuente de conflicto”.