¿Cómo es el líder que necesitarán las empresas en el entorno poscrisis?
Artículo de ‘El Periódico’ escrito el 15 de julio de 2021.
El líder estaba llevando el rumbo de su empresa en un mar complicado. Cuando parecía que empezaba a surcar la ola de la innovación y la transformación digital se ha visto arrollado por un tsunami de nombre desconocido: el covid. O como declamaba Mario Benedetti utilizando una frase que otro poeta había visto en una tapia de Quito: ”Cuando sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas».
En nuestro trabajo diario con líderes empresariales hemos podido conversar con cientos de CEOs y altos directivos en el apasionante reto de buscar y ayudar en su desarrollo el mejor talento directivo del mercado. En estos últimos meses hemos realizado una amplia encuesta con más de 1.000 de estos primeros ejecutivos sobre cuáles serán las competencias más importantes en un futuro cercano en el nuevo contexto surgido como consecuencia de la pandemia.
Partimos de una de las mejores definiciones de liderazgo que implica a la persona capaz de alinear a toda la organización hacia un objetivo compartido.
Las contestaciones nos permiten dibujar un retrato de las competencias directivas que serán más importantes para transitar por las aguas turbulentas de los próximos años:
1. Liderazgo fuerte e integrador con capacidad de motivar, inspirar y unir a las personas.
El directivo responde a un estilo de dirección más horizontal e integrador, movilizando a su ‘tropa’ y curando las ‘heridas’ de esta primera batalla. Debe ser un creador de equipos y un coach, con capacidad de escuchar y dar feedback sincero. En definitiva necesita los rasgos de un líder carismático: empático, colaborador y con capacidad de unir.
2. Visión estratégica prudencial a medio/largo plazo revisable a corto
Mirar hacia el frente diseñando (e implementando) la ‘hoja de ruta’ y aprender de los errores son tareas indelegables que este ejecutivo deberá tener. Como resultado de la crisis se ha erigido un nuevo líder más prudente y equilibrado con el riesgo: lo que podemos definir como sabiduría práctica.
Y dentro de la estrategia global, el líder debe ser el garante de la cultura y los valores corporativos, creando un mapa de relanzamiento, con el foco en la misión y propósito y en creación de valor invirtiendo en la recuperación.
3.- Flexibilidad y gestión del cambio
Se espera de un líder que sea proactivo, con capacidad para anticiparse a retos y necesidades futuras. Con un estilo flexible y adaptable a distintas situaciones y equipos de trabajo, un liderazgo cercano a las personas que disfruta con la consecución de objetivos.
4. Valores y ejemplaridad: solidaridad, cercanía, humildad, optimismo, valentía
La ética, la reputación, el compromiso y la confianza son valores que se generan en el día a día, en lo ordinario. El ejemplo hace (y legitima) al líder. El liderazgo compartido debe estar basado en la confianza y permitir el desarrollo de las personas de su equipo. Porque las personas son el centro de la empresa, como hemos aprendido de tantos ejemplos en esta crisis sanitaria no debemos olvidarnos de Víctor Hugo cuando nos regalaba: «Hay un espectáculo más grandioso que el mar, y es el cielo; hay un espectáculo más grandioso del cielo y es el interior de un alma».
5. Resiliencia y gestión de la adversidad
Es clave la seguridad en sí mismo y saber ponerse un alto nivel de presión: tener la ambición de alcanzar más de lo que los otros esperan. Y por supuesto la habilidad para superar y aprender de los errores y el fracaso. Decía Churchill que el “éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.
6.- Innovar en la nueva era digital
La capacidad para identificar, asumir y liderar los profundos cambios que la innovación está impactando en todos los modelos de negocio. Un líder innovador es aquel que sabe adelantarse en las tendencias de su sector, que trabaja con su ecosistema, que pone el cliente siempre en el centro y que disminuye el ‘time to market’ de sus productos o servicios.
En una empresa innovadora, todo el mundo innova y tenemos que hacer que nuestras personas ‘Quieran, Sepan y Puedan’ innovar. No vale solo con formarlos, sino que tenemos que incentivarlos para que innoven y crear estructuras donde realmente se pueda innovar.
7. Toma de decisiones
Una de las principales enseñanzas de las escuelas de negocio es la mejora del proceso de toma de decisiones. Disponer de una alta capacidad analítica como base para una correcta decisión y su posterior implementación se configuran como elementos clave en el día a día de un buen directivo.
8. Eficiencia y orientación a resultados
La eficiencia ha venido para quedarse, y hoy es un objetivo principal de directivos y empresas que, empujados por la necesidad de reavivar la demandada en los próximos meses de vuelta a la normalidad, siendo más competitivos y reduciendo costes, buscan formas alternativas e innovadoras de trasladar valor a los clientes aprovechando mejor sus recursos.
Este líder eficiente debe saber gestionar en primer lugar su recurso más escaso: el tiempo. Y también el de su equipo cercano sabiendo manejar las reuniones y su agenda personal y relacional.
9. Colaborador y trabajador en equipo, liderando en red, de forma transversal y multifuncional
El ejecutivo ‘prima donna’ ha quedado relegado en pos de un jugador de equipo colaborador. Ser consciente que ninguno sabe más que el resto del equipo unido, y que la complejidad de la realidad empresarial hace imposible tener éxito trabajando en solitario.
10. Comunicación, con capacidad de escucha.
No basta con ser el garante indelegable de la estrategia y los valores corporativos. Hay que hacerlos llegar a toda la organización, adaptando nuestra narrativa al entorno exigido en la nueva situación pos COVID.
Hay otras muchas cualidades, porque el líder debe tener capacidad de influencia. Siempre han sido fundamentales las habilidades de networking y en este momento cobran un especial protagonismo. Y por supuesto aprendiendo a cuidarse y conciliando con su vida personal y familiar, re descubriendo el hogar y lo verdaderamente importante en la vida.
Y un último mensaje para la esperanza porque no debemos olvidar a Churchill cuando nos recordaba con su flema británica que «los pesimistas ven las dificultades ante cada oportunidad. Los optimistas ven las oportunidades ante cada dificultad».
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