El CEO líder y determinado
Artículo de ‘América Economía’ escrito el 27 de septiembre de 2024.
En el complejo universo de los negocios, el liderazgo efectivo se ha convertido en un arte que requiere tanto audacia como reflexión. Al tomar decisiones, los altos directivos y CEOs se enfrentan al reto de equilibrar la rapidez que demanda el mercado con la profundidad y análisis que requieren los grandes cambios organizacionales. En este contexto, emerge la figura del líder que no solo administra el presente, sino que construye el futuro.
Como decía José Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Esta cita, que resuena en el entorno corporativo, refleja la realidad que viven los líderes de hoy: sus decisiones están profundamente entrelazadas con el contexto en el que operan. Sin embargo, ese entorno es más volátil que nunca. Ya no basta con tomar decisiones; es necesario hacerlo con un sentido estratégico que permita anticiparse a lo que viene, sin perder de vista los valores que sostienen a la organización.
Tomemos como ejemplo a Carlos Brito, quien llevó a AB InBev a convertirse en una de las cerveceras más grandes del mundo. Su liderazgo, basado en una estricta cultura de meritocracia y eficiencia, fue clave en la toma de decisiones durante las múltiples adquisiciones que transformaron a la compañía. Brito demostró que, incluso en momentos de incertidumbre y riesgo, la claridad en los objetivos y la firmeza en las acciones son esenciales para mantener a una organización competitiva a nivel global.
Otro caso emblemático es el de Luiza Trajano, presidenta del consejo de administración de Magazine Luiza. Bajo su liderazgo, la compañía ha roto paradigmas en el retail brasileño al adoptar una estrategia de digitalización temprana. Trajano no solo decidió con visión, sino que supo delegar y confiar en su equipo para ejecutar una transformación que parecía riesgosa, pero que terminó consolidando a la empresa como un referente de innovación. Su capacidad para tomar decisiones con determinación, pero también con sensibilidad, es una lección para cualquier CEO que quiera sobrevivir en tiempos de cambios vertiginosos.
En la alta dirección, el temor a la parálisis es un enemigo latente. Como bien lo expresó Séneca, “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. El miedo a equivocarse puede detener el progreso de una organización. Sin embargo, aquellos que tienen la valentía de asumir la incertidumbre, sabiendo que cada decisión, acertada o no, es una oportunidad de aprendizaje, son los que finalmente impulsan a sus compañías hacia el éxito.
Para los líderes latinoamericanos, la capacidad de decidir en medio de la incertidumbre ya no es una opción, es una necesidad. Pero no se trata solo de hacerlo rápido; se trata de hacerlo con un propósito claro. El entorno global exige que las decisiones no solo sean audaces, sino informadas, colaborativas y, sobre todo, estratégicas. En ese sentido, delegar en equipos altamente competentes y empoderar a los colaboradores se vuelve fundamental para garantizar que las decisiones sean las mejores posibles en todo momento.
Finalmente, la toma de decisiones en la alta dirección es un proceso continuo. Los líderes no pueden permitirse dudar frente a lo inevitable, pero tampoco deben apresurarse sin la preparación adecuada. Tal como lo ha demostrado Adriana Noreña, vicepresidenta de Google para América Latina, en un entorno digitalizado y de constante innovación, la clave está en combinar el instinto con los datos, el liderazgo con la colaboración, y la rapidez con la reflexión.
En conclusión, el liderazgo en el siglo XXI, exige una mezcla única de determinación, agilidad y visión. Decidir con liderazgo no es solo tomar la decisión correcta en el momento adecuado, sino también tener el coraje de asumir los riesgos que conlleva, la humildad para aprender de los errores y la capacidad para inspirar a otros en el proceso. En última instancia, como decía Albert Camus, “La grandeza del hombre radica en su decisión de ser más fuerte que su condición”. El verdadero líder es aquel que, enfrentado a la adversidad, decide seguir adelante, confiando en su visión y en su equipo para alcanzar el éxito
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