El Director Corporativo de Personas, un aliado clave del CEO para triunfar en la nueva realidad

 1 junio, 2021
Escrito por Antonio Núñez

Artículo de ‘Capital Humano’ escrito el 1 de junio de 2021.

Vivimos en un momento único de nuestras vidas. A nuestro alrededor la incertidumbre crece y como escribía el poeta Jorge Enrique Adoum: «Cuando sabíamos las respuestas nos cambiaron las preguntas».

En el mundo empresarial habíamos comenzado una etapa irreversible de profunda transformación digital, cuyas olas estaban impactando en la gran mayoría de los sectores, pero en los últimos meses asistimos a un tsunami sin precedentes. Si en la crisis financiera del 2008 muchas compañías se internacionalizaron, en este momento esta vía no es factible porque la crisis es global y estos nuevos mercados ya están cubiertos.

En este escenario se percibe que habrá un antes y un después en muchas cuestiones clave para la vida de la empresa. El CEO como líder de la organización seguirá siendo el garante de la estrategia, la motivación y la cultura de la empresa, pero no podrá hacerlo solo.

Es aquí donde la figura del Director Corporativo de Personas (DCP) cobra protagonismo convirtiéndose en uno de los activos estratégicos más vitales que puede tener la organización, asociándose estrechamente con el CEO (Chief Executive Officer) y el CFO (Chief Financial Officer). Este «triunvirato» de liderazgo será el responsable de ejecutar la estrategia comercial, con roles distintos, pero altamente interdependientes: el CEO define o lidera la visión y la estrategia; el DCP articula e impulsa la agenda de las personas y el CFO administra los recursos financieros y las inversiones.

El papel del Director Corporativo de Personas se está volviendo cada vez más complejo y cambia continuamente debido a una amplia gama de factores, algunos de los cuales se han acelerado con la actual pandemia, incluyendo la innovación y la transformación digital fruto en gran parte de la tecnología; la inteligencia artificial, la automatización de muchos procesos, el perfil cambiante de la fuerza laboral, las nuevas formas de trabajo y el nuevo enfoque en el talento.

En estas semanas hemos podido hablar con muchos DCP y realizar una amplia encuesta (2) a más de 700 directivos que nos han aportados datos clave sobre su nuevo rol en la empresa y los nuevos retos a los que se tendrá que enfrentar a causa de la crisis provocada por el COVID.

En este entorno de gestión de las consecuencias de la crisis, nos encontramos con una serie de retos a los que se enfrentará el DCP a medio y largo plazo. Entre todos nos gustaría destacar:

• Colaborar con el CEO en asegurar la implementación de la Estrategia Corporativa, estableciendo el foco en el propósito, la misión y los valores.
• Establecer proactivamente e Implementar un Plan de RRHH para los próximos meses con objetivos y decisiones dependiendo del desarrollo de los acontecimientos, incluyendo Relaciones Laborales que ayude a la organización a adaptar sus recursos.
• Involucrar a su gente con determinación y aspiración para superar los desafíos, así como integrar y unir a las personas, siendo una referencia positiva en un momento de incertidumbre y ansiedad.
• Arquitecto de la forma y modelo de trabajar en el nuevo contexto. Reasignar equipos y dedicaciones en función de las nuevas prioridades
• Plantear la «reconstrucción» tras las posibles «heridas» provocadas por procesos de regulación temporal: valorar si se ha perdido el compromiso, qué acciones poner en marcha y desde qué planos.
• Identificar, retener y desarrollar el talento interno e identificar y atraer el mejor talento externo.
En definitiva, para tener éxito en el escenario post COVID, este directivo debe dominar cinco habilidades clave que apenas estaban en su radar hace media década: habilidades de transformación, aceptar la disrupción, practicar la agilidad, resolver la estructura organizativa, emplear análisis de datos y facilitar nuevos entornos de trabajo.

En un mercado cada vez más incierto, hay una pregunta que todo CEO se hace en estos momentos de alta incertidumbre: ¿existe el directivo de personas perfecto para afrontar las consecuencias de la crisis? Absolutamente no. Pero sí que nos podemos aproximar al perfil que las principales empresas necesitarán en el nuevo contexto surgido como consecuencia de la pandemia que estamos viviendo. En estas reflexiones, trataremos sobre el «retrato robot» de este líder 10. Y partiremos de una de las mejores definiciones de liderazgo que implica a aquella persona capaz de alinear a toda la organización hacia un objetivo compartido. Este nuevo DCP que necesitan las compañías deberá conjugar un mix de diferentes capacidades y competencias directivas. A continuación las detallamos en un decálogo.

1. Mentalidad y visión estratégica con una clara visión para el negocio.
2. Gestión del cambio con flexibilidad.
3. Liderazgo integrador con capacidad de motivar, inspirar y unir a las personas.
4. Valores y ejemplaridad: solidaridad, cercanía, humildad, optimismo, valentía y ética.
5. Formar parte del negocio, conocer sus claves, procesos y diseñar culturas y estructuras coherentes con él.
6. Capacidad ágil de decisión y ejecución. Conocimiento y experiencia en implementación de metodologías ágiles.
7. Resiliencia y gestión de la adversidad.
8. Colaboración y trabajo en equipo, liderando en red, de forma transversal y multifuncional.
9. Eficiencia y orientacion a resultados.
10. Innovación, creatividad y transformación digital.

Complementando este decálogo podríamos destacar otras habilidades y competencias directivas como: la gestión de crisis, la influencia y la capacidad relacional, así como la compresión de la gobernanza de la empresa (relación con la Comisión de Nombramientos y Retribuciones del Consejo) para colaborar en el equilibrio de las agendas de los stakeholders: el CEO, el Consejo (accionistas) y los empleados.

El reto al que nos enfrentamos es mayúsculo, y de aquí la importancia de tener el mejor equipo. Y en este equipo el responsable de liderar las personas es un aliado clave del CEO para lograr el éxito, como nos regalaba Napoleón: «un líder es un negociador de esperanzas».

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