El valor del carisma se refuerza en la dispersión de la empresa digital
Artículo de ‘ABC Economía’ escrito el 15 de marzo de 2025.
El carisma siempre fue un elemento diferenciador clave en el liderazgo, las ventas o la negociación, pero en la era digital su impacto se ha transformado. Si hasta hace no mucho, el magnetismo personal se percibía en una sala, en un apretón de manos, en la energía que alguien irradiaba en un evento o en cómo nos hacía sentir su sola presencia, ahora los esquemas digitales lo han cambiado todo. Por una parte, estos nuevos parámetros aportan la gran ventaja de amplificar la influencia más allá de lo presencial. Pero también nos ponen a prueba: ¿Cómo inspiras cuando tu audiencia está dispersa, es multitarea y cuenta con mil distracciones a un clic de distancia?
Es la paradoja que Raquel Roca ha tratado de resolver en su libro ‘El Poder del Carisma. Cómo ser irremplazable (e inolvidable) en la era de la IA’ (LID Editorial). «El carisma bien entendido no es solo una cuestión de lenguaje corporal o de cómo hablas, sino de la energía que transmites, de la intención que hay detrás de tu comunicación –explica–. El liderazgo carismático tiene que ver con la coherencia entre lo que piensas, sientes y proyectas. Si falta autenticidad, se nota. Y si lo que proyectas no nace de una intención genuina de aportar valor y de mejorar la vida de los demás, entonces no es carisma, es solo una estrategia superficial que tarde o temprano se desmorona. Hoy, en un mundo cada vez más virtual y automatizado, perdemos matices esenciales de la comunicación no verbal, es cierto, pero la capacidad de generar confianza y conexión no se desvirtúa ni pierde si es auténtica. El reto está en aprender a transmitir esa conexión a través de una pantalla, de un mensaje en LinkedIn o de una presentación en Zoom. Es decir, en adaptarse a una narrativa y formatos diferentes, sin perder la esencia de quien tú eres».
«Lo digital no tiene por qué significar impersonal, pero me da la sensación de que la gente aún no lo ha entendido –explica Sebastián Lora, especialista en habilidades de comunicación, formador, autor, conferenciante y youtuber–. Por eso, seguimos viendo reuniones virtuales en las que la gente no activa la cámara o parece como que miran hacia otro lado, y esto dificulta la conexión».
Lora, que se dedica a formar a emprendedores, ejecutivos y grupos de profesionales a través de cursos presenciales en Europa, Latinoamérica y EE.UU., tiene su propio canal de YouTube (www.sebastianlora.tv) con más de 560.000 suscriptores y más de 29 millones de visualizaciones: «La premisa ante mis alumnos es: ‘Emula en virtual la misma situación que en una reunión presencial, frente a frente, con una mesa no acristalada de por medio’. ¿Esto qué significa? Que tenemos que estar cara a cara, mirándonos a los ojos (cosa que en la virtualidad ocurre en el objetivo de la cámara); tengo que verte bien (esto requiere activar la cámara, limpiar el objetivo, tener luz frontal y encuadrarte de manera que te vea de medio torso hacia arriba para ver las manos cuando gesticulan) y escucharte bien (gracias a usar un micrófono externo, como los auriculares). Además, es útil tener la intención de conectar como si estuviésemos en un contexto presencial, en el que buscas hablar de asuntos más mundanos, –algo que engrasa la maquinaria social–, antes de entrar en materia. Esto es clave para construir lazos y parece que la gente no lo entiende cuando están en un entorno virtual».