Formados antes que acabados
Artículo de ‘Capital Humano’ escrito el 1 de mayo de 2023.
Nada sale más caro que una vida sin formación (el término viene del latín formatio, que significa dar una configuración o forma a algo o alguien). Cuando en la vida nos sobrevienen ejemplos de personas de reconocido prestigio que han alcanzado el reconocimiento personal y profesional y que no acabaron la Universidad, la frase que principia este artículo puede devaluar su importancia. Nombres como Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg son multimillonarios referentes del éxito y poseen como denominador común que no finalizaron sus estudios universitarios, que no acudieron a seminarios para incrementar su aprendizaje ni cursaron Másters o Posgrados con los que aquilatar su conocimiento. Y es verdad. Pero casos como estos no deberían desalentar a los emprendedores que, como los citados, tienen un sueño que cumplir, una idea que realizar, una esperanza que llevar a cabo. La resonancia de una aventura toma cuerpo cuando sale de la cabeza para depositarse en el corazón.
En plena crisis, en España el emprendimiento no ha descendido. Se crean más ideas de negocio que nunca, con recursos demandados y reclamados allende nuestras fronteras y el mercado global del talento, quien hace acopio de actitud y sacrificio acaba llevando a buen puerto su sueño. No hace falta formar parte del Consejo de Competitividad ni asistir a las reuniones del IBEX-35. Si las PYMES protagonizan el 90% del mercado de contratación de nuestro país, significa que las ideas, por pequeñas que creamos que sean, pueden representar el cambio de paradigma de una sociedad, la ruptura de patrones de comportamiento organizacional hasta ahora desconocidos.
En el actual paisaje empresarial español, aquellos que han optado por encontrar oportunidades y cambio en la crisis han desarrollado estrategias formativas que les van a permitir (o les están permitiendo) afrontar con mayores garantías su futuro más inmediato. Poseerán un valor añadido decisivo para la evaluación de esas empresas que ya no buscan lo mismo. Y lo mismo cabe decir de organizaciones que han aceptado el reto de la crisis. Otras, por el contrario, permanecen estancadas en la perplejidad de la excelencia engañosa, esa que nos hace parecer líderes en lo que hacemos, hasta que nuestro liderazgo comience a menguar tanto que finalmente desaparece, y con él la tan cacareada excelencia de la que presumíamos no hace tanto. Por eso reinventarse profesionalmente (también en lo personal, más importante si cabe) es requisito sine qua non para liderar con éxito los próximos proyectos laborales que afrontemos. Y esa reinvención pasa inexcusablemente por la adquisición de nuevas competencias y habilidades, la asunción de nuevos registros competitivos que nos permitan «estar en el mundo y no solo contemplarlo con cierta envidia y desdén. Hacer más, venderte mejor, compartirlo casi todo, y escuchar mucho. En suma, claves poderosas e influyentes para el hoy y el ahora profesional.
REPLANTEÁNDOSE OBJETIVOS
Si nuestra organización posee determinados valores, principios y objetivos que deben ser replanteados, reformulados (que no reformados) o retocados, es decir, reconfigurados, el proceso conlleva una capacitación extra que sólo vendrá de mano de conocimiento extra, excelente y exquisito para los fines que queramos alcanzar. Tres principios son los que debe tener en cuenta aquella organización que desee conformarse alrededor de la excelencia. Tenga en cuenta, por tanto, las siguientes consideraciones:
1) No hay liderazgo sin conocimiento. Y puesto que el liderazgo debe ser global (desde el jefe hasta el último empleado), el conocimiento también debe serlo. Con clientes y proveedores, con subordinados e inversores, con amigos y entorno familiar. Todo contribuye a tu aporte profesional. Crecer es cambiar y cambiar significa innovar y adaptarse a las nuevas circunstancias desde el conocimiento profundo de lo que sucede en ellas.
2) Lo que no se comunica, no existe. Es decir, podemos diseñar un producto perfecto, tener clara la idea a relatar, protagonizar el evento de presentación diez, que si al final no ensamblamos el discurso adecuado para proceder a su venta efectiva, no sirve de nada. Debemos comunicar lo que hacemos, y comunicarlo bien, con éxito y eficacia persuasiva.
3) El aprendizaje es un eslabón más de la cadena de la formación. Los otros dos eslabones mágicos son el respeto, entendida como alianza y empatía establecida entre socios y clientes para remar juntos en la misma dirección: el objetivo final, y atrevimiento, que viene a ser el riesgo que debemos tomar para salir de la zona de confort y aventurarnos a creer en lo posible: que nuestro talento tendrá recompensa si lo respetamos con el esfuerzo añadido.
Por ello, al formarnos como profesionales y desarrollarnos como personas nos diferenciamos, ese requisito indispensable para poder competir al menos en igualdad de talento (aptitud) y compromiso (actitud). Porque la formación no debe ser una meta, puesto que debemos seguir caminando siempre, aunque debe haber objetivos en cada cota de trayecto alcanzada.
Si queremos ser un referente en el futuro, si queremos que nos escuchen, que nos aplaudan, que sepan de nosotros, que nos sigan. Si queremos aportar cambios al mundo…Empecemos por cambiar nosotros y nuestras organizaciones. Sellemos un compromiso con nuestro talento y un pacto de lealtad con nuestras legítimas y sanas ambiciones. Ese es el objetivo de toda formación. Esa debería ser nuestra verdadera meta. Hoy, las empresas líderes no buscan diferenciarse solo por la idea, ni siquiera por tener a los mejores. Buscan ser recordados por aquello que hicieron sentir a sus verdaderos agentes comerciales, sus prescriptores reales: sus clientes.
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