Por qué un jefe tiene la obligación de conocer y de conocerse
Artículo de ‘Expansión’ escrito el 8 de julio de 2024.
En el vertiginoso mundo empresarial contemporáneo, donde las decisiones se toman en fracciones de segundo y los cambios son constantes, la figura del líder se erige como un faro en medio de la tormenta. Sin embargo, ¿qué distingue a un líder excepcional de uno meramente competente? La respuesta, según las enseñanzas atemporales de Baltasar Gracián en El arte de la prudencia, radica en el conocimiento profundo de uno mismo.
Gracián nos enseña que el verdadero conocimiento no reside únicamente en acumular datos y cifras, sino en comprender nuestras propias capacidades y limitaciones. Como afirma el autor en una de sus citas más emblemáticas, “el verdadero conocimiento no está en saber, sino en saber lo que se puede”. Este principio encuentra eco en el mundo empresarial, donde los líderes deben entender no sólo las complejidades del mercado y la competencia, sino también su propio estilo de liderazgo y sus puntos fuertes y débiles.
La autoconciencia –considerada uno de los pilares del liderazgo jesuítico–, por tanto, se convierte en la piedra angular del liderazgo efectivo. Conocerse a uno mismo, como proclama Gracián, es el punto de partida de toda nuestra labor de gobierno. Sólo cuando un líder comprende sus propias motivaciones, valores y habilidades puede dirigir de manera auténtica y persuasiva. En palabras del autor, “conócete a ti mismo para hacer lo que debes”. Dicha máxima hunde sus raíces en el pensamiento clásico del que se nutre Gracián –nosce te ipsum, conócete a ti mismo, reza el frontispicio del Oráculo de Delfos– pero también refleja una reflexión presente en otras civilizaciones –según Confucio, “saber que se sabe lo que se sabe, y saber que no se sabe lo que no se sabe: he aquí la verdadera ciencia”–.
Este enfoque hacia el autoconocimiento implica mucho más que una simple introspección. Conocerse a uno mismo implica aceptar tanto las fortalezas como las debilidades y estar dispuesto a trabajar en ellas de manera continua. Como bien dice Gracián, “quien más se conoce, mejor sabe su capacidad”. Un líder consciente de sus limitaciones puede compensarlas mediante la delegación inteligente y el fortalecimiento de su equipo con perfiles complementarios y que le puedan retar de forma constructiva.
Pero el conocimiento propio va más allá de las habilidades técnicas o los conocimientos específicos del negocio. Según Gracián, “es el más importante; los demás son accesorios”. Este principio se refleja en líderes empresariales de renombre mundial, como Sheryl Sandberg, exdirectora de Operaciones de Meta, quien ha destacado la importancia de la inteligencia emocional y la empatía en el liderazgo efectivo. También está presente en el pensamiento de figuras políticas históricas, como Jacques Delors, uno de los Presidentes de la Comisión Europea más importantes de la historia, para el que la educación es un “tesoro que yace en el interior de uno”.
Los principales peligros
Sin embargo, el exceso de confianza puede ser tan peligroso como la ignorancia. Gracián advierte que “es peligroso saber más de lo que conviene”. Los líderes que sobreestiman sus habilidades o se niegan a reconocer sus limitaciones corren el riesgo de alienar a su equipo y socavar su propia autoridad. La humildad, por tanto, se convierte en una virtud indispensable en el liderazgo. La psicología de la sobreconfianza nos indica que, por lo general, existe una tendencia innata en los seres humanos a sobrevalorar sus capacidades para acometer una determinada tarea; conviene tenerlo presente a la hora de realizar estimaciones.
En el contexto empresarial globalizado de hoy en día, donde la diversidad y la multiculturalidad son la norma, el conocimiento de sí mismo –y del valor añadido que uno puede aportar– adquiere una relevancia aún mayor. Como señala Gracián, “es más el conocimiento de sí que el de todas las cosas”. Los líderes que comprenden su propio sesgo cultural y están abiertos a nuevas perspectivas con una curiosidad apasionada son capaces de liderar equipos diversos de manera más efectiva.
“Conócete a ti mismo para hacer lo que debes”. En estas palabras, Gracián nos insta a la acción. La autoconciencia no es un ejercicio pasivo; es un mandato activo. Un líder debe gobernarse a sí mismo con destreza. ¿Cuáles son tus límites? ¿Dónde reside tu potencial? La respuesta a estas preguntas es la brújula que guía decisiones y estrategias. Conocer bien y gobernarse bien es la marca de la sabiduría. No se trata solo de dirigir equipos, sino de liderarse a uno mismo con maestría.
“Quien más se conoce, mejor sabe su capacidad.” Aquí encontramos una paradoja fascinante. El conocimiento propio no es un lujo, sino una necesidad. Sólo quien se sumerge en su interior puede evaluar sus habilidades con precisión. Pero ¿dónde reside el equilibrio? “Es peligroso saber más de lo que conviene”. Gracián nos advierte sobre los excesos. Un líder debe conocerse lo suficiente para ser eficaz, pero no tanto como para caer en la arrogancia. La autoconciencia es una danza sutil entre la confianza y la humildad.
La autoconciencia también se manifiesta en la capacidad de comunicarse de manera clara y efectiva. Gracián nos recuerda que “más cuesta hacerse entender que el saber”. Un líder que conoce su propio estilo de comunicación y comprende cómo sus palabras y acciones son percibidas por otros puede evitar malentendidos y conflictos innecesarios. La comunicación eficaz y la semiótica deben ser ejes de actuación a la hora de ejercer el liderazgo.
Gracián nos enseña que “el conocimiento de sí mismo es la base del verdadero progreso”. En un mundo empresarial en constante evolución, donde la gestión del cambio y la adaptabilidad son clave para el éxito, los líderes que se conocen a sí mismos están mejor preparados para enfrentar los desafíos que se les presentan.
El liderazgo efectivo comienza con el conocimiento profundo de uno mismo. Solo cuando los líderes comprenden sus propias fortalezas, debilidades y sesgos pueden dirigir de manera auténtica, persuasiva y empática. En palabras de Gracián, “conocer bien y gobernarse bien es dar en la marca de la sabiduría”.
Como ejemplo actual, destaca Jacinda Ardern, la que fuera primera ministra de Nueva Zelanda de 2017 a 2023, que ha demostrado un liderazgo ejemplar en momentos de crisis. Su enfoque empático y comunicación transparente durante la pandemia de Covid-19 han sido ampliamente elogiados, lo que ha contribuido a la respuesta efectiva de su gobierno a la crisis y al bienestar general de su país.
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